martes, 14 de octubre de 2014

Cremas a los 30 y a los 40: cómo aplicarlas

¿Te haces un lío entre tanto tarro, frasco y spray a la hora de elegir los productos adecuados para cuidar tu piel? Hoy te lo vamos a dejar todo bien claro, para que le des a tu piel exactamente lo que necesita, y sepas en qué orden debes dárselo.

A partir de los 30, la piel empieza a pedir una serie de cuidados más específicos y más potentes que los que había necesitado hasta el momento (que se trataban, básicamente, de limpiar e hidratar). La piel empieza a perder tono, elasticidad y luminosidad; las primeras arrugas se hacen un hueco (especialmente en la zona del contorno de ojos), y el estrés, el cansancio y el ritmo de vida pasan factura.
Por eso, si estás en la treintena, tu rutina diaria de cuidado facial debería centrarse en prevenir y corregir los primeros signos de la edad, e incluir, por este orden: limpieza a fondo, tónico que prepare la piel para el tratamiento posterior, sérum específico para las necesidades de tu piel (hidratación, luminosidad, primeras arrugas, manchas), crema de día con protección solar, y un contorno de ojos adaptado a los problemas que tengas (ojeras, bolsas, arrugas).

Por la noche, repite el ritual sustituyendo la crema de día por una de noche que tenga propiedades regeneradoras, reparadoras y nutritivas. Si tu piel necesita un extra de cuidados, prueba a dormir con una mascarilla específica: lo notarás al despertarte.
Al menos una vez a la semana aplica un exfoliante para eliminar las células muertas y las impurezas de la superficie de la piel, y una mascarilla que se adecue a tus necesidades (purificante, hidratante, nutritiva, luminosidad…).
Si ya has llegado a los cuarenta, lo más probable es que tus arrugas estén ya bien instaladas, y que la flacidez, la pérdida de volumen, las manchas y las líneas de expresión marcadas sean las principales preocupaciones de tu piel.
La rutina sería la misma que a los treinta, solo que deberás elegir productos con mayor concentración de principios activos y que sean, más que preventivos, reparadores. Elige líneas que ataquen a todos los signos de envejecimiento, y productos antiedad globales que se centren en recuperar y mantener la estructura del óvalo facial y combatan el descolgamiento de los tejidos del rostro, además de las arrugas.

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